TAMBORES SOBRE LA TIERRA Prólogo al libro de Lucho Rocca.

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TAMBORES SOBRE LA TIERRA

Prólogo al libro de Lucho Rocca.

Chalena Vásquez

Cuando muera,
no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo al agua que gotea.
Entiérrenme
bajo los grandes árboles umbrosos del mercado
Quiero escuchar los tambores tocando
Quiero sentir los pies de los que bailan.
Poema Cuba – Congo central.

 

En la década de 1970 llegaron a Lima dos renombrados etnomusicólogos, Axel Hesse y Max Brandt, con la idea de hacer un levantamiento etnográfico de los Tambores de origen africano en el Perú. El doctor Axel Hesse, era un importante estudioso alemán con residencia en Cuba y amplio conocimiento de los avatares musicales de muchas culturas en el mundo y el Dr. Max Brandt, de origen norteamericano, residente en Venezuela, era un estudioso de los Tambores de Barlovento y otras expresiones de la percusión africana y afroamericana.

Ambos se llevaron una gran desilusión al constatar que ya no existían tambores en la praxis musical del siglo XX en el Perú y que las imágenes vistas en los Conjuntos de Folklore que se presentaban en el mundo mostrando la cultura afroperuana tenía mucho de una identidad trabajada para el escenario, pero que era muy distinta en la vida cotidiana o festiva de los afrodescendientes en este país andino.

Max Brandt era mi asesor de tesis y me hacía gracia su reacción cuando yo le decía: “No vas a encontrar tambores, lo que vas a encontrar es el Cajón”. De mi parte quería hacer una historia socio musical del Festejo, pero por los requerimientos del Instituto en el que estudiaba que me exigía una expresión musical en un contexto tradicional, no comercial y de autogestión popular, cambié mi tema hacia la Danza de Negritos de El Carmen, Chincha.

– ¿Pero no existen instrumentos de percusión con parches de membrana?

Sí existen en la cultura andina y amazónica; y en las bandas de metales de todo el Perú.

– ¿Pero no tambores que se toquen con las manos, sobre membrana?

Sí, los de la música cubana y del Caribe, congas, bongó, tumbadoras; mano sobre membrana. Esa es la gran diferencia, ¿no?… ; mano sobre madera es el Cajón, mano

sobre membrana los tambores también tocados con baquetas o con mazo.

Luego de realizar unas entrevistas en Lima viajamos a Chincha. Allí nos encontramos con hombres y mujeres que zapateaban unas danzas para la Navidad:

Danza de Pallas y Danza de Negritos. ¿Con qué acompañaban estas danzas? ¿Con tambores?… No, acompañan con violín, con guitarra. Pero la precisión rítmica de

cada segmento musical en el zapateo nos hacía recordar tambores, sí, evocabantambores.

En el presente libro, el Dr. Luis Rocca nos brinda abundante información sobre la presencia de tambores en los diferentes países de América y los contextos en los que se cultivaban. Nos informa que es posible constatar que en el Perú que sí se tocaron tambores en diversidad de espacios, que en los Palenques se tocaban tambores especialmente en momento de lucha; es verdad también que fue restringido su uso y solamente podían tocarse a ciertas horas en la Plaza Mayor y en otros espacios de Lima, con permiso especial. Recordemos que Lima era la capital del más importante Virreinato de Sudamérica.

Los tambores fueron prohibidos durante la época esclavista colonial en el Perú no solamente por el uso musical en un contexto festivo sino especialmente porque el Tambor estaba ligado a las prácticas religiosas que otorgan a sus cultores poderes especiales.

Si bien era difícil en la geografía de la árida costa peruana conseguir los materiales para la elaboración de tambores, su uso en Palenques tendrían que haber sido en ciertos momentos especiales, por ejemplo, cuando la confrontación con los atacantes era abierto. Imaginamos que en otros momentos, mantener en secreto el lugar de los Palenques obligaba a un silenciamiento de los tambores, pues sus voces podrían alertar a los enemigos o descubrirse ante ellos.

Constatamos que la práctica de los mismos se extinguió con el pasar de los años, por diversas razones, incluyendo la presencia de prácticas religiosas musulmanas, que clandestina y secretamente también continuaban en América aunque la hegemónica era de la religión católica y de la cultura castellana. Este aspecto ha sido poco estudiado en nuestra historia cultural.

En árabe, el islam, prohíbe la música que no esté dedicada a lo sagrado. Toda música que se hace por diversión o para otros fines (como los cultos de otras

religiones) es catalogada de Haram – Este término que se pronuncia “jaram”, significa lo “malo” lo “prohibido” según los islamistas. Las músicas de las culturas africanas que no sean islamistas – de los diferentes naciones africanas, de áfrica sub sahariana – fueron y son calificadas como “haram”, es posible que de allí venga el término Jarana – por una transformación conceptual lingüística – de Haram – Jara- an – a – jarana. Pues el término “an” en el Kikongo (idioma del kongo) significa que la raíz verbal se encuentre en reciprocidad, el sufijo “a” es el de todo verbo en infinitivo.

Probablemente una jarana, jolgorio, fiesta, reunión festiva, prohibida por no ser del culto sagrado islámico, haya sido una forma de continuidad y resistencia de los pueblos negros esclavizados. Pues la continuidad de culturas africanas se daba como resistencia frente a los musulmanes (que también fueron esclavistas) y como resistencia frente a los católicos.

Los tambores, vinculados a reuniones religiosas, festivas, de celebridad de otros dioses no católicos y no musulmanes, fueron perseguidos por eso, por estar ligados al poder religioso-político de los pueblos que se pretendía estuvieran esclavizados siempre.

Un tambor era subversivo desde todo punto de vista, transgredía los valores, conceptos, estética y poder de la hegemonía hispana. De allí que la Santa Inquisición debe haber sido mucho más cruel y castigadora con los maestros y cultores de otras religiones y de los instrumentos con los que ejercían dicho liderazgo o poder religioso.

Los tambores, en todo caso, tenían que desaparecer o ser asimilados con otras funciones en el mundo cultural virreinal. De allí que tambores de diferente tipo se sumaron a las bandas militares, las bandas de guerra, las bandas oficiales de los gobernantes, agrupaciones que – como bien documentan los historiadores, citados por Rocca en este libro – fueron constituidos por africanos o afrodescendientes, por negros esclavizados o negros libres, aunque la forma y técnica de construcción de los tambores, tamboriles, redoblantes de matriz hispana o europea, es totalmente distinta a la matriz africana.

Y en este caso la función del sonido de tambores es otra, ya no convoca a los espíritus ni a los dioses de origen africano sino que se suma a los rituales del poder cívico militar de otro momento histórico y de otro momento social. Se permitían los tambores pero en otro contexto ritual en el que se afirmaba el poder político de otros grupos humanos. El conflicto no era por la música que pudieran dar los tambores sino por la función de los mismos.

A diferencia de Perú los tambores se encuentran vigentes en la práctica musical popular de varios países como Cuba, Brasil, Bolivia, Venezuela o Colombia, países en los que se mantienen hasta hoy y convocan el compromiso afectivo e intelectual de muchas personas, sean negras o no, mestizos que asumen su africanidad llegada por una o más vertientes, de padres y abuelos.

Los tambores en la noche son como un grito humano.
Trémulos de música les he oído gemir,
cuando esos hombres que llevan la emoción en las manos
les arrancan la angustia de una oscura saudade,
de una íntima añoranza,
donde vigila el alma dulcemente salvaje de mi vibrante raza,
con sus siglos mojados en quejumbres de gaitas.
Tambores en la noche,
Jorge Artel. (Colombia)

Sí explícita o tácitamente los tambores fueron prohibidos y dejaron de practicarse en el caso peruano… ¿se pudo prohibir la memoria… la memoria rítmica?

Cabe la hipótesis de que la antigua rítmica realizada en los tambores pasase al cuerpo, al zapateo sincopado, preciso y firme de los danzarines que tamboreaban en la tierra, además, sí, a uno de los pasos de las danzas le llaman “tamboreo” y se refieren a la danza de la misma forma que con los instrumentos musicales: se redobla… se tamborea sobre la tierra, en la Danza de Negritos y de Pallas que hemos mencionado anterioremente.

Como dicen César Calvo y Andrés Soto en poemas y canciones:

Si escuchas en la noche
un cajón que está floreando
tras de los algodonales
más mejor que las estrellas…
 
No has escuchado nada
no es un cajón que suena
solo es Amador bailando
con los pies sobre la tierra
… es Amador floreando
con sus pies en la tierra.

 

Las Pallas o Negritos, danzas de Chincha, hacen resonar la tierra en el zapateo. Luego de cantar una estrofa, viene un segmento de zapateo con patrones claramente identificados para cada momento de la danza; entre estrofa y estrofa se interpreta el zapateo, cambiando de una estrofa a otra el patrón rítmico. Los códigos parecen provenir de antiguos tambores. La danza fue enseñada por los españoles para catequizar a diferentes pueblos, sin embargo cada grupo o colectivo humano, en las diversas regiones, fue imprimiendo su propia característica, logrando identidades claramente definidas.

Los contextos en los que se usó o que se usa en la actualidad el tambor, tiene que ver con la reproducción integral de la vida. Así se entiende gran parte de la estética de la danza y la música, que surgió en contextos religiosos y de especial ofrenda y pedido de fertilidad.

“Amalgama de sombras y de luces de esperma,
la cumbia frenética, la diabólica cumbia,
pone a cabalgar su ritmo oscuro
sobre las caderas ágiles de las sensuales hembras,
Y la tierra, como una axila cálida de negra,
Su agrio vaho levanta, denso de temblor,
Que amasan golpes de tambor
Bajo los pies furiosos
(Artel, 2009: 45).

Dichos contextos religiosos también convocan la energía de los ancestros, de las fuerzas que se encuentran en otras dimensiones de la existencia, de allí que se diga que también con los tambores los afrodescendientes se relacionan con la muerte.

Hijo de la noche primitiva,
tambor amigo de la muerte,
viene marchando milenario
y se come las palabras y los laureles
y se bebe el júbilo y la historia
y con cada rataplán un tambor es siempre nuevo.
MIROSLAV

 

Pero la función de la música ritual ejecutada en los tambores junto a cantos y danzas tienen un carácter propiciatorio, para una mejor y abundante reproducciónde la vida, tanto de la vida humana como de todos los seres de la naturaleza.

CANTA EL TAMBOR
Canción de tambores.
Preparan el ritual.
A la luz, duermen en susurros
las voces anuncian el festín.
los labios en las sombras,
El fuego les invita
rodea sus contornos
llama a sus cuerpos.
Ella, pinta su cintura de sal
Él aplasta a los dioses de colores
Tán, pa ta, ta, Tán
Canta el tambor.
Sus manos marcan el peso del pasado.
Ahora él, atiende a su propio Dios
al compás del tambor.
con la danza del pez
El fuego no abandona.
y el agua de sus bosques
será atendido por las sombras.

Lee todo en: Poema CANTA EL TAMBOR, de Alejandra Metzwey, en Poemas del Alma

Y así a pesar de todas las transformaciones, sincretismos, persecución,clandestinidad en que se reprodujo la cultura musical, los afrodescendientes han ido construyendo su propia manera de ser y de entender el mundo. Nada es igual a lo que fuera en Africa, sin duda alguna, pero tampoco hubo una aculturación pacífica sin luchar por la propia identidad que les quería ser arrebatada.

“Todo tambor es más fuerte que el olvido/
cuando retumba en lo más vivo del tiempo;
será por eso que resiste derrotas y fracasos.
o vacío de ojos, estrellas y silencios.
Entre redoble y redoble
puede estar lleno de preguntas
(Miroslav)

La lectura del presente libro de Lucho Rocca nos lleva a la reflexión sobre los tambores en general y su historia, como parte de la historia social y cultural de nuestros pueblos.

Nos muestra los contextos en que se han encontrado los tambores en los diversos países latinoamericanos y la resistencia de los africanos y afrodescendientes en la lucha por la supervivencia y por la libertad. Los datos han sido recopilados de libros que el autor cita en detalle y rigor académico, es decir, lo que cuenta la historia escrita.

Pero la historia escrita no puede recoger todo lo que sucede en la vida. Menos aún podría recoger los enigmas y misterios de una cultura clandestina por necesidad frente a la cultura hegemónica cuya religión, estética, tecnología, objetivos socioeconómicos, etc. era contraria a la vida de hombres y mujeres a quienes había esclavizado y trataba como objetos que solamente eran buenos como mano de obra y fuerza física.

Sin embargo entre texto y texto, entre crónicas y documentación diversa, fueron quedando escritos que los historiadores saben leer con calma para reconstruir fragmentos de nuestra historia y también para levantar del olvido, el reconocimiento a hombres y mujeres que afirmaban el derecho de existir y que lideraron el movimiento de resistencia y la lucha por la libertad. De allí que Luis Rocca dedique especial información sobre los Palenques.

Palenque
¿Y quién ha de dudar que aquel abuelo
no pudo ser un príncipe,
bajo la luna,
perfumada por las nubes errantes de su aldea?
Apoyado en el crepúsculo
contempla a las mujeres
cultivar el maíz y la canción…
Último patriarca de Palenque:
Bien sabes que desde tus fogones crepitantes
África envía sus mensajes!
(ARTEL, 1986, p. 124)

Sabemos del empeño de Luis Rocca y la población de Zaña, en el norte del Perú, para reconstruir tambores y otros instrumentos de percusión, en un empeño por recuperar la memoria y dar continuidad a lenguajes musicales propios, que canten y dancen con la fuerza ancestral que permite afirmar en el presente el derecho a ser y poder construir el futuro con equidad y justicia.

Es necesario que la subestima, el olvido, el desdén por la propia historia sean superados, es necesario afirmar la propia dignidad, la memoria y la alegría de vivir en la actualidad democratizando los espacios, reconociendo el bien colectivo, construyendo el futuro en cada paso, en cada gesto, en cada canción y danza, con la misma fuerza de los tambores que repican palpitando en el recuerdo en el corazón, como dice el poema del dominicano García Bido:

Tambor
Poema publicado el 10 de Abril de 2012

hondo en la sangre me resuena un tambor
lo escucho en las vastas praderas de la
madrugada
en los días lentos en el mismísimo
viento que viene y que va
desde la piel
de los dulces animales y la madera ronca
oigo su latido
como un eco del pasado que vive
como una pulsación de la Tierra toda

Oh el tambor de las noches
y el júbilo de los días
que despierta a los dioses del baile
que endiosa a los bailarines despiertos

oh las manos que golpean su orbe encantado
oh el tambor que resuena resuena en la sangre
la roja sangre
de mi corazón.
(Cuaderno de todos los días – inédito)

Poemas » rafael garcia bido » tambor (República Dominicana)

Lima, 1 de junio 2014.

Chalena Vásquez

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